En estos momentos iniciales se van a constituir algunos de los grandes temas del arte cristiano posterior, por lo que el conocimiento de esta etapa nos remite a muchas de las fuentes iconográficas y compositivas del arte cristiano medieval. Pasados los primeros momentos, desde el siglo IV, se produce un progresivo distanciamiento de la realidad que, terminará situando las imágenes religiosas en un escenario desmaterializado. Intencionalmente se pierde la noción de bulto (la cual genera sensación de realidad) y la figura cada vez más se reduce al contorno.
En cuanto a la escultura exenta, el tipo más antiguo conocido es el “Buen Pastor”, que representa a Cristo como a un joven imberbe, vestido con una túnica corta, que lleva un cordero sobre sus hombros y un morral, que está directamente inspirado en la estatua griega perteneciente al período arcaico conocida como “El Moscóforo”. A partir del 313 aparece un nuevo tipo, el de “Cristo como doctor”, enseñando la ley, al que se representa joven e imberbe, pero con la majestad de un Zeus. Puede estar de pie o sentado, portando el rollo de los Evangelios en la mano. Es el antecedente del Cristo en majestad medieval.
Pero el género escultórico más trabajado es el relieve de los sarcófagos. Normalmente se trabajan tres de sus caras, y los podemos encontrar tanto de series narrativas seguidas, como de distintas escenas separadas por columnas formando tabernáculos. Cristo se encuentra siempre en un lugar destacado y nos encontramos también con el “Crismón” (anagrama de Cristo) dentro de la láurea clásica.
Respecto a la pintura, al igual que en la escultura, estilo e iconografía en un primer momento son del arte romano. Los temas primero son herméticos, de significado claro para los adeptos, como por ejemplo, la representación del pavo real, símbolo de lo eterno, o la del cordero, que simbolizaba la eucaristía. Progresivamente va aumentando el repertorio de temas, con una iconografía claramente descriptiva y de fácil identificación cristiana: “Cristo con el rollo de la ley”, el símbolo de la cruz, primero sola y después con Cristo, etc. En Egipto tiene un gran desarrollo la pintura móvil, con lo que sus técnicas y temas se difunden entre los bizantinos y los cristianos occidentales. En Alejandría nace la miniatura.
En la arquitectura paleocristiana, suelos, paredes y ábside de las basílicas aparecen cubiertas por mosaicos, formados por teselas de mármol y vidrio (técnica romana), con fondos dorados, simbolizando el cielo y el resplandor divino. Este enriquecimiento de las iglesias, trasmite la idea de iglesia triunfante, cuya culminación son los mosaicos del ábside que suelen mostrar al Señor en Majestad.
0 comentarios:
Publicar un comentario